Las rocas metamórficas se clasifican principalmente de acuerdo con la composición y textura del mineral, de manera similar a cómo se clasifican las rocas ígneas o sedimentarias. Sin embargo, las fuerzas que forman rocas metamórficas, a saber, la presión, el calor y los fluidos químicamente activos, pueden producir una amplia gama de sustancias diferentes, lo que hace que la clasificación de estas rocas sea mucho más difícil.
Además, las rocas metamórficas pueden estar hechas de rocas ígneas, sedimentarias u otras metamórficas, incluso una combinación de dos o tres. La misma roca madre puede dar lugar a muchas sustancias diferentes dependiendo de la combinación de los procesos metamórficos, mientras que las rocas padre diferentes pueden dar lugar a sustancias metamórficas bastante similares dependiendo de las condiciones bajo las cuales se formaron.
En general, la textura de las rocas metamórficas se divide en dos grupos: foliados y no foliados. Sin embargo, estos dos grupos se dividen en subgrupos más pequeños según el tamaño de grano u otros factores. Las rocas foliadas se dividen en categorías de pizarra, filita, esquisto y gneis, mientras que también hay tipos de roca que no encajan en las categorías foliadas o no foliadas, y generalmente se hace referencia al uso del pronombre "meta".
Tanto las rocas foliadas como las no foliadas se clasifican además como faneríticas o afaníticas, y también se clasifican según la presencia o no de bandas en la estructura de la roca.