Los objetos se cargan eléctricamente al ganar o perder electrones, por lo que tienen un número desigual de protones y electrones. Ganar un exceso de electrones causa una carga negativa, mientras que perder electrones causa una carga positiva. Un objeto cargado se comporta de manera diferente que un objeto con carga neutral, atrayendo objetos con una carga opuesta y repeliendo objetos con una carga similar.
Hay muchos procesos que hacen que un objeto se cargue eléctricamente. La carga se produce en unidades discretas, siendo cada carga positiva o negativa igual a algún múltiplo de la carga de protones o electrones individuales. Las partículas individuales cargadas se conocen como iones. Estos se producen en la sal de mesa, por ejemplo, que es una red cristalina de iones de sodio y cloruro, unidas por sus cargas opuestas. A pesar de estar compuesto de partículas cargadas, la sal en sí tiene poca carga, ya que las cargas positivas y negativas son casi iguales.
Los procesos mecánicos, como frotar un globo en el cabello, también causan cargas eléctricas. Diferentes elementos tienen diferentes afinidades electrónicas. Cuando una sustancia con mayor afinidad electrónica roza contra otra con menor afinidad, roba algunos de los electrones, lo que hace que ambos ganen una carga.
El exceso de carga puede ser peligroso. Los rayos, por ejemplo, se producen debido a una diferencia de carga entre la atmósfera y el suelo. Esta diferencia en la carga se acumula hasta que supera la resistencia eléctrica del aire, y luego una corriente de electrones viaja entre el aire y la tierra, igualando las cargas.