Los camellos poseen varios rasgos hereditarios que aumentan su tasa de supervivencia en climas duros del desierto. El atributo más evidente del camello es la gran joroba en la espalda del animal. Los dromedarios (una joroba) y los camellos bactrianos (dos jorobas) usan la joroba (s) para almacenar hasta 80 libras de grasa. La grasa se descompone para suministrar energía y humedad a los animales para sobrevivir a las largas caminatas por el desierto.
Además de la joroba del camello, los camellos tienen un intestino grueso extendido que absorbe cada bocado de agua de los alimentos que consumen. Durante largos viajes por el desierto, la grasa almacenada en sus jorobas se descompone y transfiere a través de sus cuerpos como energía. Cuando la joroba se agota de su grasa, se desinfla en el costado de la espalda del camello. Después de un largo viaje, los camellos consumirán grandes cantidades de agua y alimentos para restaurar sus jorobas.
Otras adaptaciones físicas del camello incluyen pies anchos para caminar por el desierto, pestañas largas para protegerse de las tormentas de arena y fosas nasales delgadas que evitan que la arena entre en los conductos nasales.
La mayoría de los camellos están domesticados para ser utilizados por los humanos, pero hay algunos camellos salvajes en las praderas de Mongolia y el Outback australiano.