Aunque el sonido y la luz son rápidos para los estándares humanos, la luz es mucho más rápida que el sonido porque las ondas de sonido deben propagarse a través de un medio, mientras que la velocidad de la luz está vinculada a las constantes universales fundamentales. Luz viaja a unos 300.000 kilómetros por segundo, y la velocidad del sonido suele ser de unos 300 metros por segundo.
La velocidad del sonido depende del medio por el que se propaga. El sonido es solo la compresión y rarefacción repetidas del medio, que puede ser aire, agua o un sólido, y diferentes materiales permiten que estas ondas pasen a diferentes velocidades. En general, cuanto más denso es el medio, las vibraciones más rápidas pueden viajar a través de él.
La luz es diferente. Las ondas de luz viajan a su máxima velocidad en el vacío y solo se reducen al pasar a través de un medio. Si bien la velocidad del sonido es una propiedad de la densidad y temperatura del material, la velocidad máxima de la luz es intrínseca a la forma en que interactúan la materia y la energía. La famosa ecuación de Einstein, E = mc ^ 2, proporciona un ejemplo de por qué la velocidad de la luz debe ser lo que es. Si la velocidad de la luz, generalmente escrita como "c", tuviera un valor diferente, la energía liberada por las fuerzas nucleares también tendría que ser diferente, y el universo probablemente operaría de una manera fundamentalmente diferente. Por lo tanto, a diferencia del sonido, la velocidad de la luz está estrechamente relacionada con la forma en que el universo funciona en su nivel más básico.