Las células fotoconductoras alteran la resistencia de un circuito eléctrico en relación con la cantidad de luz que llega a la célula. Esta es la razón por la que las células fotoconductoras a veces se llaman dispositivos fotorresistentes. Las células fotoconductoras se utilizan con frecuencia en aplicaciones como las farolas, que se activan cuando los niveles de luz ambiental caen por debajo de un cierto umbral.
La luz visible es una forma de radiación electromagnética. Como la radiación electromagnética transporta energía y la luz es una forma de radiación electromagnética, la luz transporta energía y puede usarse para generar una corriente eléctrica. Esto se llama el efecto fotoeléctrico. Cuando los fotones de luz aterrizan en una superficie conductora, envían su energía a la superficie, lo que hace que los átomos pierdan electrones y generen corriente eléctrica. Este fenómeno fue descubierto por primera vez por Heinrich Hertz en 1887, pero no se entendió completamente hasta que Albert Einstein concluyó su investigación sobre el fenómeno en 1905. En 1921, Einstein recibió el Premio Nobel por sus esfuerzos para describir el efecto fotoeléctrico. >
Las células fotoconductoras tienen una lente en su superficie superior, que trabaja para concentrar la luz donde se necesita. Debajo de la lente, una pequeña pieza de sulfuro de calcio que recibe la luz o una sustancia similar lleva conectores eléctricos, que facilitan la colocación de la celda en un circuito. Cuando el nivel de luz que llega a la celda aumenta, la resistencia en la celda disminuye, lo que permite que la corriente fluya a través del circuito.