Los viscosímetros generalmente funcionan midiendo la fuerza y el desplazamiento de un dispositivo dentro del instrumento. Se colocan en un fluido o se les inyectan líquidos para realizar la medición. Cuando un fluido ejerce una presión sobre el desplazamiento del instrumento, se puede determinar la viscosidad del fluido.
La viscosidad es inversamente proporcional a la fuerza y el desplazamiento. Una fuerza alta con un desplazamiento bajo da como resultado una medición de alta viscosidad y viceversa. Para un punto de referencia apropiado, los científicos generalmente calibran su instrumento a la viscosidad del agua. Sin embargo, dependiendo de la finalidad del experimento, las calibraciones pueden variar. Otros viscosímetros están diseñados para medir la viscosidad de otras formas de fluidos, como semisólidos y gases.
La viscosidad se encuentra dentro del alcance de la reología, el cambio en la forma y el flujo de la materia, la elasticidad, la viscosidad y la plasticidad. Dado que la viscosidad es la medida de la fricción interna dentro de un fluido, los viscosímetros funcionan como una herramienta dentro de la reología.
Los viscosímetros tienen su lugar en muchas industrias. Estos instrumentos se prueban en líquidos, como salsas, aceites y cremas. Los viscosímetros se utilizan para las pruebas de calidad y eficiencia de fluidos en áreas como los efectos del procesamiento, los cambios en las fórmulas y los fenómenos de envejecimiento. Un estándar común en muchas industrias es evaluar el comportamiento del flujo, que refleja indirectamente la calidad y la consistencia.