Aunque nómada por naturaleza, una leopardo hembra la abandona vagando por un tiempo después de que nace la camada hasta que los cachorros son lo suficientemente grandes para acompañarla. Los esconde durante ocho semanas, amamantándolos durante tres meses o más. Ella les da de comer carne después de la semana seis o siete. Las camadas consisten de dos a tres cachorros.
Una vez que los cachorros tienen la edad suficiente para seguirlos, la madre les enseña a cazar, lo que les permite acompañarla y observarla en su territorio. Ella administra la disciplina con una bofetada o gruñido, enseñándoles a permanecer callados y evitar el peligro. Los cachorros continúan mamando hasta que alcanzan aproximadamente los 8 meses de edad, momento en el que sus dientes adultos comienzan a crecer y la madre rechaza sus intentos de alimentarse con más frecuencia.
Durante las cacerías, trabajan juntos, con los cachorros entrando en pánico hacia la madre. Los cachorros también comienzan a cazar individualmente, centrándose en la caza menor, como las liebres y las aves. Aproximadamente a los 18 meses de edad, los cachorros son casi tan grandes como su madre y están empezando a distanciarse entre sí y con ella. Aunque aún pueden compartir muertes en ocasiones, cuando los cachorros tienen 2 años, se han mudado y establecido sus propios territorios.