El asma es una enfermedad respiratoria que afecta los pulmones, la tráquea y los bronquios. Un ataque de asma se produce cuando el sistema respiratorio, conocido colectivamente como las vías respiratorias, se contrae y evita que el oxígeno fluya libremente hacia el cuerpo. Según el Dr. Miles Weinberger, profesor de pediatría en el Hospital de Niños de la Universidad de Iowa.
La tráquea es un tubo de aire largo que va desde el cuello hasta la cavidad torácica superior, donde se divide para formar los bronquios izquierdo y derecho. Cada bronquio se bifurca en varios pasillos diminutos, o bronquiolos, que suministran aire a pequeños sacos en los pulmones conocidos como alvéolos. Un Dr. Weinberger dice que el revestimiento muscular suave recorre las vías respiratorias y contiene una membrana que produce moco, que normalmente ayuda al sistema respiratorio a prevenir la propagación de bacterias en los pulmones.
Durante un ataque de asma, el revestimiento muscular se hincha o se contrae, causando una respiración dificultosa, y la membrana mucosa produce un exceso de líquido que llena las vías respiratorias estrechas, señala la American Lung Association. Los órganos respiratorios de un asmático son sensibles a estímulos específicos, como el polvo, la caspa de las mascotas, el humo o el clima frío. Si el asma no se trata o se trata de manera incorrecta, se puede producir daño respiratorio a largo plazo debido a la inflamación repetida. Cuando el sistema respiratorio tiene cicatrices permanentes, los medicamentos pierden su eficacia y es posible que los pulmones no puedan distribuir el aire lo suficiente.