El consenso actual entre científicos y expertos en animales es que los perros son más inteligentes que los gatos. La razón principal de esto es que los perros son animales sociales y deben resolver problemas en sus interacciones con otros perros y humanos. Los perros también pueden ser entrenados para una variedad más amplia de roles.
Los cerebros de los gatos son más pequeños que los de los perros, incluso cuando se toma en cuenta el tamaño del cuerpo, pero tienen casi el doble de neuronas en la corteza cerebral, lo que les da una mayor capacidad para procesar información. Algunos investigadores sostienen que los gatos simplemente tienen un tipo de inteligencia diferente al de los perros, lo que se demuestra por su curiosidad y su capacidad de cuidarse a sí mismos independientemente de un grupo social, informa Joan Liebermann-Smith, Ph.D.k en el Huffington Post. Los gatos pueden comunicar sus necesidades a los humanos de manera efectiva, y los gatos y los perros, juntos, aprenden a leer el lenguaje corporal y las señales sociales de los demás.