A pesar de que los insectos que caminan no tienen picadura o mordedura venenosa, algunas especies pueden descargar un aerosol lechoso y ácido de las glándulas en la parte posterior del tórax. Pueden rociarlo con precisión a los depredadores en un rango de hasta dos pies.
El compuesto ácido puede provocar una intensa sensación de ardor y causar ceguera temporal si llega a los ojos. Además de la fumigación, los bastones tienen varias otras defensas; pueden descargar sangre desagradable de las articulaciones de sus piernas, así como regurgitar un líquido contaminado. La defensa más conocida del bastón es la capacidad del insecto para imitar las ramitas.