Si el bucle de realimentación alcanza una masa crítica, el vórtice desciende de la nube de tormenta y se convierte en un tornado que se extiende hacia el suelo. La fuerza destructiva de un tornado proviene de la energía cinética del aire que gira, alcanzando fácilmente velocidades de 200 a 300 millas por hora. Si toca el suelo, puede desgarrar estructuras y arrojar escombros a velocidades letales. Los tornados pequeños pueden durar solo unos minutos, mientras que los tornados grandes pueden durar horas y cubrir extensiones de más de 90 millas.
Los tornados son autosuficientes ya que continuamente empujan el aire hacia arriba en la reacción para sostenerse a sí mismos, por lo que los científicos no están seguros de cómo se disipan exactamente. La teoría más apoyada es la necesidad de inestabilidad y rotación del tornado. Si se elimina la entrada de aire o la humedad, el circuito de retroalimentación se rompe y el tornado deja de girar, lo que detiene el flujo ascendente de aire adicional. Los cambios de temperatura también pueden romper el ciclo, ya que el aire frío y caliente crea la inestabilidad que necesitan los tornados.