Los tipos más comunes de suelos en los bosques de coníferas se llaman suelos podzol. Los suelos podzol se definen por sus capas superficiales delgadas y su alto contenido de ácido. Su composición varía según su ubicación en la Tierra y está sujeta a variaciones por diferencias de temperatura y factores geográficos, como el terreno y la presencia o ausencia de aire, agua y minerales.
Además de ser delgados y relativamente ácidos, los suelos de podzol son bastante infértiles. La naturaleza infértil de estos suelos los hace ideales para soportar el crecimiento de árboles de hoja perenne fuertes y robustos, que, como sus suelos de apoyo, son muy versátiles para las condiciones ambientales y pueden prosperar en temperaturas extremas y condiciones de crecimiento inferiores. Los suelos de Podzol tienen muy pocos minerales y nutrientes, ya que los pocos nutrientes que se acumulan en y debajo de sus superficies tienden a desaparecer en la primavera después de la fusión de la nieve. La mayoría de los bosques contienen suelos ricos en materia vegetal y animal en descomposición, que contienen una gran cantidad de nutrientes, pero las agujas de coníferas se descomponen lentamente, privando a los suelos de podzol de los nutrientes y sustancias clave necesarios para mantener y mantener una diversidad de vida floral. Por último, las agujas de coníferas arrojan lluvia ácida de sus superficies. La lluvia ácida cae al suelo del bosque y aumenta la acidez del suelo de podzol.