Según LiveScience, las tres causas más comunes del deterioro de un huracán son la falta de agua, la caída de la temperatura del agua o la cizalladura del viento. Los huracanes requieren un flujo constante de calor provisto por las cálidas aguas del océano para mantener su poder. Una vez que lo pierden, se deterioran rápidamente.
Los huracanes se forman cuando las aguas cálidas del océano calientan el aire sobre la superficie. Esto provoca la evaporación del agua de mar a la atmósfera, que establece las corrientes de convección y la rotación que alimentan un huracán. Sobre tierra o agua más fría, el motor del huracán comienza a perder potencia. Además, las áreas de fuerte viento pueden interrumpir la rotación y la corriente, lo que hace que el huracán muera prematuramente.