Los mayas inventaron calendarios complejos y altamente precisos basados en lecturas astronómicas. También se cree que descubrieron la técnica de vulcanización, un proceso que fortalece el caucho al agregar otros materiales.
Al estudiar los cuerpos celestes, como las estrellas y los planetas, los mayas tenían la capacidad de predecir los eclipses solares y planificar las técnicas adecuadas de recolección y rotación de cultivos. Usaron un calendario que tomó en cuenta dos ciclos diferentes, que involucraban un año secular y sagrado. El año sagrado fue de 260 días, mientras que el año secular fue de 365 días. Los días en el calendario sagrado recibieron un nombre y un número, y los días en el calendario secular recibieron un número y un nombre de mes. El ciclo seguido por el calendario se restablecería automáticamente después de 52 años. Este ciclo fue conocido como la Ronda de Calendario.
Los pueblos mayas también utilizaron su comprensión astronómica para construir una arquitectura diseñada para mostrar el inicio de los equinoccios de otoño y verano, como la pirámide de Chichén Itzá en México. También hicieron mezclas de pintura colorida del mineral mica, así como tipos complejos de tela. El caucho reforzado que descubrieron se usó para hacer bolas destinadas a deportes, como pegamento y ataduras y como material resistente al agua.