El más alto de toda la nobleza egipcia antigua, el faraón, era visto como el intermediario entre los dioses y el mundo de la humanidad, y los faraones tenían una extravagancia equivalente en sus estilos de vida que superaba con creces la realeza de la mayoría otros reinos que han surgido desde entonces. La baja nobleza era conocida por sus prácticas suntuosas, como el enterramiento de sus mascotas en tumbas lujosas, y prácticas similares alegóricas a la cultura moderna.
La nobleza por debajo de la realeza del antiguo Egipto consistía en artesanos y trabajadores directamente bajo el mando del faraón, lo que les da un estatus más alto que cualquier otra clase en el reino. Los visires, un papel que no tiene una reputación positiva en la ficción moderna, fueron en realidad las primeras personas a las que los egipcios se enfrentaron cuando abordaban los problemas que se presentaban en sus vidas. Fueron vistos como asesores, y sus papeles eran casi tan prestigiosos como el propio faraón. El título a menudo se transmitía de padre a hijo.
La nobleza adinerada podía costear casas sólidas con paredes pintadas y pisos decorados, así como otras adiciones costosas que actuaban como símbolos de su riqueza. Estos nobles incluso podían darse el lujo de enterrar a sus mascotas en tumbas más lujosas que la gente común; algunas mascotas recibieron un lugar en pirámides en miniatura junto a sus maestros.
