La Conferencia de Berlín, celebrada entre el 15 de noviembre de 1884 y el 26 de febrero de 1885, dio lugar a la división de África entre las potencias coloniales europeas sin tener en cuenta las fronteras establecidas por los indígenas africanos. Los 14 países que asistieron incluían a las principales potencias europeas, así como a Rusia, Turquía y los Estados Unidos.
La conferencia comenzó con una disputa sobre la cuenca del río Congo. Los asistentes acordaron que las cuencas de los ríos Congo y Níger serían neutrales, los ríos abiertos a todos los barcos y la Cuenca del Congo abierta al libre comercio para todos los participantes de la conferencia. La esclavitud estaba prohibida en toda África. Los asistentes acordaron un principio de ocupación efectiva mediante el cual se evaluarían los derechos sobre las colonias africanas. Para reclamar el territorio, las potencias coloniales tenían que establecer tratados con gobernantes indígenas, establecer una administración gobernante y una fuerza policial, y enarbolar su bandera nacional. Las potencias coloniales que reclamaban territorios debían notificar a los demás asistentes a la conferencia sus reclamaciones.
La conferencia provocó una lucha europea por el control del territorio no reclamado. Antes de la conferencia, alrededor del 80 por ciento del territorio africano todavía estaba en manos locales. Para 1902, las potencias europeas controlaban el 90 por ciento de África. Para 1914, los límites de 50 países fragmentados habían sido determinados por las directrices políticas y económicas europeas en lugar de las consideraciones lingüísticas y culturales indígenas.