La principal característica que ayuda a los organismos a sobrevivir es la adaptación. Para que un organismo sobreviva, debe luchar. Según la teoría de la evolución de Darwin, aquellos que poseen características que les permiten sobrevivir tienen más probabilidades de reproducirse y pasarlos a la siguiente generación.
Dependiendo del tipo de organismo, la adaptación puede ser rápida o puede llevar cientos de años. Los microorganismos se reproducen rápidamente, lo que les permite adaptarse rápidamente. Los mamíferos, por otro lado, son mucho más lentos debido a su vida útil más larga. Los organismos pueden adaptar su fisiología, comportamiento o estructura para adaptarse a su entorno. Por ejemplo, los gusanos que viven en ambientes de aguas profundas alteran su cubierta bacteriana para sobrevivir, los animales compiten entre sí para buscar alimento que les permita sobrevivir y los cactus con más espinas tienen menos probabilidades de experimentar ataques.
La forma en que un organismo se adapta depende de su entorno. Por ejemplo, si los conejos marrones y los conejos blancos viven en un entorno nevado, es más probable que el conejo blanco sobreviva, ya que es menos perceptible en el contexto de un color similar. Cuando mueren menos conejos blancos antes de reproducirse que los conejos marrones, nacen más conejos blancos en el área. Para que los organismos se adapten, deben enfrentar luchas. Por ejemplo, cuando no hay suficiente alimento en una población, aquellos que son lo suficientemente rápidos para atrapar presas tienen más probabilidades de sobrevivir a través de la lucha, lo que lleva a una generación más rápida.