La deforestación se realiza principalmente para hacer que haya más tierra disponible para la urbanización, los cultivos y la ganadería. Los métodos más comunes de deforestación incluyen la quema de árboles y la tala de árboles, que es la práctica de eliminar una zona completa bosque.
Se pierden aproximadamente 18 millones de acres de bosque cada año, lo que se aproxima a una cantidad del tamaño de Panamá. Casi la mitad de los bosques tropicales del mundo han sido talados para el desarrollo de la tierra. Con esta pérdida, el Instituto de Recursos Mundiales afirma que dicha pérdida de bosque contribuye entre el 12-17 por ciento de las emisiones anuales de gases de efecto invernadero a nivel mundial. La deforestación se considera un factor que contribuye al cambio climático global. Los árboles absorben los gases de efecto invernadero y las emisiones de carbono, y luego producen oxígeno, que continúa el ciclo del agua al liberar vapor de agua en la atmósfera. Sin árboles, este ciclo se interrumpe.
La deforestación se produce en todo el mundo, pero las selvas tropicales están especialmente dirigidas. El World Wildlife Fund informa que la industria maderera, que contribuye a la deforestación, lo hace ilegalmente. Aproximadamente la mitad de los árboles talados se utilizan para leña. Además de las preocupaciones del cambio climático, la deforestación también causa la erosión del suelo. Las raíces de los árboles anclan el suelo y, sin ellas, la exposición al sol puede hacer que el suelo se seque. Esto también conduce a que los sedimentos entren a los lagos, arroyos y otras fuentes de agua. El cieno disminuye la calidad del agua local, lo que puede llevar a una mala salud.