El comportamiento inmaduro típico en niños, adolescentes y adultos es una conducta que tiende a describir a un individuo como más joven que su edad real. Las características pueden incluir decisiones crónicas centradas en uno mismo, incapacidad para pensar y razonar de forma independiente, exigir mucha atención y exhibir rasgos "de bebé", como llorar y hacer pucheros.
Las personas con trastorno de personalidad inmadura son incapaces de lidiar con situaciones estresantes y, a menudo, mantienen una cosmovisión que se origina dentro de su propia imaginación, según MediTrenz. Pueden ser excesivamente emocionales y perder fácilmente su genio. Es difícil para las víctimas de este trastorno asumir la responsabilidad de sus acciones o mirar más allá del presente para planificar el futuro. Los cambios de humor son un síntoma común y, a medida que maduran, los pacientes no pueden cumplir los hitos que generalmente se consideran normales para los niveles de edad específicos. Las familias que son cálidas y cercanas son más propensas a educar a los niños en adultos emocionalmente sanos. Por otro lado, los niños criados en hogares problemáticos y disfuncionales pueden llegar a ser nerviosos, adultos no confiados que tienen dificultades para usar métodos de afrontamiento maduros para hacer frente al conflicto y la adversidad. El Estudio de becas sobre desarrollo de adultos, iniciado en 1938, ha demostrado que el abuso del alcohol representa un gran riesgo para los hombres inmaduros.