Un alto recuento de eosinófilos puede deberse a alergias, toxinas ambientales, enfermedades autoinmunes, infecciones parasitarias e infecciones por hongos, explica la Clínica Mayo. Otras causas potenciales incluyen trastornos de la piel, tumores, enfermedades endocrinas y afecciones que afectan a las glándulas suprarrenales.
Una amplia gama de enfermedades y afecciones pueden hacer que los niveles de eosinófilos aumenten, y las reacciones alérgicas y las infecciones parasitarias son causas especialmente comunes, señala la Clínica Mayo. Los ejemplos de afecciones específicas que se sabe que aumentan los niveles de eosinófilos incluyen el lupus, el cáncer de ovario, la enfermedad de Chron, las reacciones alérgicas a los medicamentos y el asma. La ascariasis, la infección por lombrices intestinales, la leucemia mielógena, el eccema, la fiebre del heno y el linfoma de Hodkin son otras posibles causas. Además, los médicos a veces diagnostican pacientes con síndrome hipereosinofílico idiopático, una condición en la cual los niveles de eosinófilos son extremadamente altos sin una causa identificable.
El término médico para un alto recuento de eosinófilos es eosinofilia, como explica la Clínica Mayo. La eosinofilia en sangre ocurre cuando hay más eosinófilos en la sangre de lo normal, mientras que la eosinofilia en tejidos ocurre cuando hay una alta concentración de eosinófilos en un área particular del tejido donde hay infección o inflamación. Los eosinófilos son un tipo de glóbulo blanco, y su función en el cuerpo es prevenir la enfermedad. Realizan esta función consumiendo sustancias extrañas dañinas y promoviendo la inflamación.