Los seres humanos tienden a desarrollar creencias y opiniones generalizadas y extensas, conocidas como estereotipos, por la necesidad de organizar los pensamientos al estructurar y agrupar las ideas de una manera que les permita comprender dónde se encuentran en relación con los demás. < /strong> Si bien muchas personas sienten que los estereotipos basados en la edad, la raza, la religión, la orientación sexual y otros identificadores les ayudan a emitir juicios precisos de manera más rápida y eficiente, los estereotipos pueden volverse obsoletos y llevar a evaluaciones imprecisas.
Los estereotipos generalmente se forman a partir de experiencias de vida anteriores y las ideas y creencias que las personas ya tienen. Las personas a menudo perciben las cosas de manera diferente a cómo son en realidad y se aferran a conceptos que confirman nociones preconcebidas y descartan la información que es contraria a una opinión establecida. Por eso es difícil cambiar una evaluación una vez que está arraigada en una cultura.
Los estereotipos son esencialmente una simplificación excesiva de una persona o grupo de personas. Aunque parece que las personas escuchan y ven las cosas objetivamente, una gran parte de la percepción se basa en cómo las personas interpretan una situación. Los estereotipos pueden, por ejemplo, poner lo que parece ser una intención maliciosa en una persona o grupo de personas que de otra manera parecerían no ser amenazantes. Para prevenir la formación de estereotipos, las personas deben dejar de lado ciertas experiencias pasadas y evitar el pensamiento grupal de mentalidad estrecha.