Ser socialmente saludable permite a los individuos interactuar y relacionarse con otros de una manera positiva. La salud social de una persona también afecta su capacidad para entablar amistades y formar relaciones íntimas, y los estudios también muestran que las interacciones sociales positivas pueden mejorar la salud física y mental de una persona.
La salud social de una persona no solo determina si tiene o no la capacidad de interactuar o prosperar en entornos sociales, sino que también determina cómo la persona funciona como miembro de la sociedad. Una persona que es socialmente saludable generalmente encuentra que es más fácil interactuar con las personas en las escuelas, los vecindarios y los lugares de trabajo. Las personas que son socialmente sanas también tienden a tener una mayor autoestima, por lo que se sienten menos nerviosas o incómodas en entornos sociales. También tienden a vivir una vida más activa, tienen un mayor sentido de pertenencia y muestran un mejor estado de ánimo general cada día.
Según los Institutos Nacionales de la Salud, los adultos que están conectados socialmente con otros generalmente viven vidas más largas y felices que aquellos que permanecen aislados durante largos períodos. El aislamiento social también puede conducir a un deterioro psicológico en individuos que de otra manera están mentalmente sanos. Las relaciones sociales también son una fuente principal de apoyo emocional para muchas personas.