La acetona rompe los enlaces lipídicos de la clorofila a la estructura tilacoide de una planta y suspende el pigmento en solución. La acetona es el disolvente estándar para la extracción de clorofila, pero el etanol, el metanol, el propanol, el petróleo y la N-dimetilformamida También cumplir con este papel.
La extracción de clorofila implica recolectar y macerar muestras de plantas, sumergir el lodo en acetona u otros solventes, centrifugar la mezcla resultante, separar los pigmentos y almacenar los materiales para su análisis. Una solución de acetona de 80 a 100 por ciento es un medio típico, ya que es menos tóxico que otros productos químicos y produce resultados estables durante 10 a 48 horas. La clorofila a, la clorofila b, el caroteno y la xantofila son pigmentos extraídos en el solvente. Procesos como la cromatografía en papel o en líquido aíslan la clorofila a, el objetivo de la mayoría de las investigaciones.
Los métodos y herramientas varían según el tipo de ensayo realizado y el material vegetal muestreado. Los investigadores miden el volumen de clorofila a para determinar la biomasa de fitoplancton en un área del océano o algas en un lago de agua dulce. Ecologistas rastrean la salud de plantas agrícolas o bosques en presencia de contaminación. Los instructores proporcionan a los estudiantes experiencia de laboratorio y demuestran los principios de la fotosíntesis. Cada experimento requiere mezclas de disolventes adaptadas a la estructura y composición química de la planta probada.
Uno de los desafíos que enfrentan los investigadores es la descomposición de la clorofila en clorofilida, un pigmento que duplica la firma de la luz de la clorofila y aumenta sus niveles aparentes. Métodos como hervir la mezcla de acetona durante cinco a 10 segundos y enfriar la mezcla en exceso previenen resultados sesgados.