Los nombres científicos se usan para ayudar a clasificar y registrar la gran variedad de organismos vivos y extintos. Estos nombres permiten que la comunidad científica tenga una base de datos común de nombres. Sin ellos, la comunicación sobre diferentes organismos es complicada.
La clasificación utilizada para describir las especies se llama nomenclatura binomial, y cada organismo recibe un nombre general para la familia a la que pertenece y un nombre específico para identificarla. Estos nombres se dan en latín y con palabras similares al latín, lo que ayuda a las personas a diferenciar entre nombres comunes y nombres científicos. Las diferentes áreas a menudo tienen nombres diferentes para los mismos animales, y algunas usan las mismas palabras cuando se refieren a diferentes organismos. La nomenclatura binomial ayuda a la comunidad científica a mantenerse organizada.
Determinar cómo clasificar las especies es difícil. Los osos polares y los osos pardos, por ejemplo, son similares, y algunos científicos creen que son la misma especie pero diferentes subespecies. Tratar con los dinosaurios antiguos es aún más complejo. Un conjunto de fósiles que un científico cree que es una especie única podría ser un juvenil de una especie ya descubierta y clasificada. Dado que la información genética generalmente no está disponible para los organismos extintos, la clasificación de estas criaturas a menudo cambia con el tiempo a medida que se descubren nuevos fósiles.