Las plantas necesitan minerales para producir clorofila y pasar por la fotosíntesis, combatir enfermedades, producir frutos y hojas, y desarrollar tallos y ramas fuertes. Ciertos minerales también apoyan el crecimiento de una planta, la producción de semillas, el sistema radicular y la capacidad de volverse resistente al clima.
Los minerales como el hierro, el magnesio y el fósforo juegan un papel clave en la capacidad de una planta para absorber y metabolizar la luz solar. Las plantas deficientes de hierro, por ejemplo, tienden a tener hojas amarillas. Las plantas que no obtienen suficiente fósforo no pueden producir clorofila, crecer o producir efectivamente flores y frutos. Las plantas que no obtienen suficiente fósforo tienen sistemas de raíces más débiles que las plantas que lo hacen, mientras que las plantas que no obtienen suficiente magnesio no pueden generar un nuevo crecimiento.
El potasio ayuda a las plantas a producir frutos y hojas. La mayoría de las plantas obtienen potasio del suelo, fertilizante o compost. Este mineral ayuda a las plantas a defenderse de las enfermedades y también apoya la fotosíntesis. Otros nutrientes como el cobre y el zinc respaldan la capacidad de una planta para reproducirse y absorber otros minerales.
Las plantas absorben el calcio a través de sus raíces y lo usan para apoyar el crecimiento de tallos y ramas. Debido a que los suelos ácidos neutralizan la capacidad de una planta para absorber el calcio, algunos jardineros agregan cal al suelo para aumentar su nivel de pH. Sin azufre, la capacidad de una planta para producir semillas y hacer crecer su sistema de raíces está comprometida. El azufre también ayuda a las plantas a crecer en climas fríos y sobrevivir a temperaturas frías. Las plantas pueden absorber el azufre a través del suelo o del fertilizante.