La prevención es mejor que una cura, ya que literalmente evita la incomodidad y los costos de enfermarse o experimentar un evento prevenible similar. A menudo también se requiere menos esfuerzo para prevenir algo que curarlo, de ahí que expresión popular "una onza de prevención vale una libra de cura".
El uso de estrategias comunes de prevención, como lavarse las manos con regularidad, ayuda a prevenir que se propaguen enfermedades como los resfriados y la gripe. Tomarse el tiempo para preparar y almacenar alimentos de manera segura previene la intoxicación alimentaria. En ambos casos, es mucho más eficiente y rentable prevenir la enfermedad que curarla.
Sin embargo, la idea de que la prevención es mejor que una cura se refiere a algo más que a la enfermedad. La expresión ahora común "una onza de prevención vale una libra de cura" originalmente vino de Benjamin Franklin, quien acuñó la frase cuando escribió un breve ensayo sobre cómo prevenir incendios en las casas. Como observó, era mucho menos costoso practicar la protección contra incendios que reconstruir una casa que se quemó hasta el suelo.