Los termómetros de mercurio no funcionan por debajo del punto de congelación del mercurio, que es menos 38.83 grados Celsius o menos 37.89 grados Fahrenheit. Los vapores de mercurio y el contacto físico con mercurio son muy peligrosos. La rotura de un termómetro de mercurio requiere equipo y procedimientos adecuados para limpiar y eliminar de manera segura los derrames de mercurio.
El mercurio se expande y se contrae con la temperatura y, cuando está contenido en un tubo de vidrio de diámetro estrecho marcado, puede medir la temperatura con precisión. El mercurio se ha utilizado en termómetros desde 1714 y todavía es utilizado por científicos en muchas partes del mundo. Para el trabajo al aire libre, los termómetros de mercurio puro deben llevarse adentro a temperaturas frías para evitar que se rompan. Para aplicaciones muy frías, a veces se usa un termómetro de aleación de mercurio-talio, debido a su punto de congelación más bajo.
El mercurio se evapora fácilmente en el aire y presenta riesgos dañinos para la salud de quienes entran en contacto con él. Debido a los riesgos inherentes para la salud que ocurren cuando se rompe un termómetro de mercurio, muchos estados y países han prohibido la fabricación, venta o distribución de termómetros de mercurio en vidrio.
Para el uso en el hogar, los termómetros llenos de alcohol y digitales sirven como alternativas a los termómetros de mercurio, especialmente para la medición de la fiebre. Sin embargo, los termómetros de mercurio antiguos siguen en uso en algunas escuelas, hogares y empresas. La eliminación legal de los termómetros de mercurio varía según la jurisdicción y se debe investigar antes de desecharlos.