Las catapultas eran armas de largo alcance diseñadas para ayudar a destruir castillos en la Edad Media. Normalmente consistían en un brazo de lanzamiento armado con una cesta para sostener el proyectil deseado, que luego lanzaría el proyectil.
Las catapultas podrían construirse sobre una estructura con ruedas para proporcionar movilidad al dispositivo si es necesario. Podían usarse tanto para defender como para atacar, y algunas veces se montaban en las paredes del castillo para defenderse de un asedio enemigo. Los atacantes usarían catapultas para debilitar y destruir muros que no podrían ser asaltados con armas típicas. También usarían las catapultas para incendiar áreas susceptibles con proyectiles inflamables.
Existían varios tipos de catapultas, tales como mangonels, ballestas y trebuchets. Los mangoneles eran catapultas que utilizaban la fuerza de torsión causada por torcer las cuerdas y soltarlas, lo que permitía al mangonel lanzar su proyectil. Ballistae también usó la torsión, y su diseño se parecía al de una ballesta de gran tamaño, disparando grandes pernos para dañar las paredes del castillo o matando a múltiples tropas enemigas. La balista se originó en un arma diseñada por los griegos llamada gastraphete, que era básicamente una versión más pequeña de una balista. Los trebuchets eran catapultas muy grandes que utilizaban un sistema de pesas para lanzar proyectiles grandes en distancias muy largas.