Cuando se consumen alimentos que contienen almidones, también conocidos como carbohidratos complejos, el cuerpo descompone los almidones en glucosa. La glucosa es la sustancia que el cuerpo utiliza para crear ráfagas inmediatas de energía.
Los almidones se encuentran más comúnmente en granos y panes y son una fuente abundante de energía para el cuerpo. El proceso de descomponer los almidones en el cuerpo comienza en la boca. La saliva, junto con la masticación, literalmente rompe la comida en pequeños pedazos que pueden ser procesados fácilmente por el estómago. La saliva también contiene enzimas que comienzan a descomponer los almidones a nivel celular, convirtiéndolos en maltosa.
La maltosa es un carbohidrato que el cuerpo procesa más fácilmente. Una vez que los alimentos se tragan y pasan al estómago, varios ácidos y enzimas se ponen a trabajar para deconstruir la maltosa y convertirla en glucosa.
Si el cuerpo necesita glucosa para obtener energía, la transfiere inmediatamente al torrente sanguíneo después de la conversión. Las porciones no utilizadas se convierten en un compuesto llamado glucógeno para el almacenamiento a largo plazo. El cuerpo siempre utiliza cualquier glucosa recién producida para obtener energía antes de restaurar las reservas de glucógeno. Convertir el glucógeno en energía es más agotador que la glucosa, por lo que muchos atletas consumen almidones y otros carbohidratos unas horas antes del ejercicio.