Los antiguos griegos eran politeístas y creían en un panteón de dioses, algunos de los cuales eran más poderosos que otros. Aunque Zeus era el rey de los dioses, no era omnipotente y otras deidades eran controladas. Aspectos específicos de la naturaleza y el esfuerzo humano.
La religión prevalecía en la vida comunitaria en la antigua Grecia, y la observancia ritualista se consideraba más importante que la adoración individual privada. Actuaciones teatrales, festivales y eventos deportivos se llevaron a cabo en honor de deidades especiales. Diferentes ciudades tenían sus propios protectores. Por ejemplo, Atenas toma su nombre de la diosa que lo protegió, Atenea y los fieles construyeron el Partenón en la Acrópolis para honrar a la diosa virgen.
Un aspecto de los dioses y diosas que los antiguos griegos consideraban peligrosos era su comportamiento humano. Los griegos creían que los dioses se ofendían si eran humillados honrando a uno y no a otro o si los humanos se jactaban de tener habilidades divinas. Para apaciguar a los dioses, los sacerdotes sacrificaban animales. Sin embargo, debido a que los dioses no necesitaban alimento humano, los sacerdotes quemaban ciertas entrañas de manera ritual y luego ofrecían el resto del animal a la gente para una fiesta. Las sacerdotisas también aplacaron la ira de los dioses vertiendo libaciones de varios líquidos sobre altares en llamas. Según los antiguos griegos, los dioses eran lo suficientemente antropomórficos como para tener relaciones sexuales con humanos. Esto dio lugar a leyendas de semidioses semidigales con poderes extraordinarios. Uno de los más famosos de estos semidioses fue Hércules.