El titanio es capaz de conducir electricidad y calor, pero lo hace de manera deficiente. También es muy resistente a la corrosión y al daño de muchos ácidos, por lo que es una buena elección de metal en condiciones hostiles entornos donde el calor, la electricidad y la corrosión podrían ser potencialmente dañinos.
Por ejemplo, el titanio se usa ampliamente en la industria aeroespacial, especialmente para aviones de reacción. La NASA usó el titanio en gran medida en la construcción de las cápsulas Mercury, Gemini y Apollo, así como en el transbordador espacial Discovery. Estas máquinas tienen numerosos componentes electrónicos que necesitan protección, tanto de daños externos como de daños a los pasajeros u otros componentes mecánicos.