Las orugas viven principalmente en setos y arbustos. A menudo se las puede encontrar en un jardín o patio trasero, donde viven en la parte inferior de las hojas de las plantas hospederas para esconderse de los predadores. Las orugas también se encuentran en lugares oscuros, como la hierba larga.
La mayoría de las orugas se esconden en refugios durante el día y solo se alimentan por la noche. Algunas orugas y plantas evolucionan conjuntamente en beneficio de la oruga. Las plantas hospedadoras de las orugas producen compuestos tóxicos que evitan que los herbívoros se alimenten de su follaje. Como mecanismo de adaptación, las orugas pueden tomar estas toxinas y usarlas de manera efectiva para protegerse contra los depredadores. La oruga monarca y su algodoncillo planta hospedera son un ejemplo clásico de esta coadaptación.