Los cristales se dividen en cuatro tipos principales: iónico, molecular, metálico y covalente. Estas categorías dividen los cristales en grupos, y otros cristales tienen propiedades físicas y químicas similares. Los factores que determinan la variedad específica de cristales incluyen el tamaño y la forma de la red circundante, las partículas en ciertos puntos de la red y las atracciones o enlaces existentes entre las partículas de cristal.
Las propiedades físicas y químicas de los cristales varían ampliamente, aunque los cristales que se clasifican como del mismo tipo comparten muchas características comunes. Los cristales iónicos presentan una composición dura y resisten altas temperaturas de fusión. Consisten en compuestos con dos átomos individuales que se fusionan. La fusión de los cristales iónicos crea un líquido espeso que conduce la electricidad.
Los cristales iónicos exhiben fuertes tirones entre las partículas desiguales, uniendo iones con carga positiva y negativa. Sin embargo, al igual que las partículas que comparten cuartos cercanos, éstas forman una fuerte repulsión entre sí. Esta característica hace que los cristales iónicos sean relativamente frágiles y frágiles; se rompen y se rompen fácilmente bajo el estrés, ya que carecen de la fuerza suficiente para mantener juntas las diferentes partículas.
Los cristales moleculares tienen una composición física más suave que los cristales iónicos. Tienen puntos de fusión más bajos y se doblan fácilmente, gracias a las conexiones de partículas débiles. Algunos cristales moleculares se forman a partir de átomos individuales, mientras que otros se derivan de moléculas polares o no polares.Los cristales covalentes exhiben una gran red de celosía. Son duraderos y fuertes y son los cristales más grandes de los cuatro tipos primarios. Los cristales metálicos conducen el calor y la electricidad, y tienen un brillo característico.