Varios factores amenazan a las ballenas beluga, incluido un clima cambiante, el ruido de los barcos oceánicos, las prácticas de pesca comercial, la contaminación y la destrucción del hábitat, según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica. Como muchos mamíferos marinos amenazados y en peligro de extinción, las ballenas beluga enfrentan amenazas principalmente de humanos. La creciente invasión de humanos en los territorios de ballenas también representa una amenaza para las belugas, ya que las ballenas se lesionan, desorientan y mueren a través de actividades recreativas humanas como la navegación y la pesca, y de la producción de petróleo y gas.
Las ballenas beluga viven en aguas más frías, árticas en todo el mundo, incluyendo el Océano Ártico y los mares alrededor de Rusia, Groenlandia y partes de América del Norte. Estas ballenas tienen una piel muy gruesa, lo que hace que el cuero fino cuando se trata. Históricamente, las belugas enfrentaban amenazas de caza ilegal y caza furtiva, principalmente por su fina piel. Las tribus nativas en la ensenada de Cook cazaban belugas para su subsistencia, aunque las limitaciones en la toma de beluga permisibles, impuestas a través de leyes y regulaciones, han reducido esa amenaza.
Aunque algunas amenazas históricas a las belugas han desaparecido, otras toman su lugar. Las belugas, como muchas ballenas, se comunican utilizando un sistema de sonar. El aumento del tráfico marítimo y el uso de embarcaciones militares en sus hábitats dificulta la comunicación de las ballenas, lo que a su vez reduce su capacidad para navegar, encontrar comida y compañeros y criar jóvenes, según lo relata el Fondo Mundial para la Vida Silvestre. La retirada del hielo glacial también amenaza a las belugas, ya que nadan lentamente y históricamente se han basado en grandes témpanos como refugio de los depredadores. Al igual que con otras criaturas oceánicas, las belugas también enfrentan amenazas de derrames de petróleo y acumulación de contaminación.