Según la Clínica Mayo, la mayoría de las personas infectadas con el virus del VIH experimentan síntomas similares a los de la gripe dentro de uno o dos meses después de que el virus ingresa al cuerpo. Esta etapa temprana de la enfermedad es conocida Como infección primaria o aguda por VIH. Los síntomas pueden incluir fiebre, escalofríos, dolor de garganta y dolor de articulaciones y músculos. Sin embargo, en algunos individuos, estos primeros síntomas son muy leves o no están presentes en absoluto.
Después de los síntomas iniciales, la infección por VIH entra en una etapa de latencia que, incluso sin tratamiento, puede durar 10 años o más, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades. Durante este período, la mayoría de los individuos son asintomáticos y el recuento viral es más bajo que durante la fase primaria o aguda. Pero eventualmente, si no se trata, la infección por VIH debilita el sistema inmunológico del cuerpo hasta el punto de que la enfermedad avanza a su fase final y más mortal conocida como síndrome de inmunodeficiencia adquirida, o SIDA. Durante esta etapa, el cuerpo a menudo sucumbe a las infecciones oportunistas que una persona con un sistema inmunológico saludable puede combatir. En las últimas dos décadas, el desarrollo de tratamientos antirretrovirales ha ayudado a las personas infectadas con el virus del VIH a mantener un recuento viral bajo o indetectable y permanecer asintomáticos durante períodos más prolongados. El objetivo de dicho tratamiento, según los Institutos Nacionales de Salud, es suprimir la reproducción viral y, por lo tanto, mantener al paciente libre de síntomas.