La primera aparición de animales simples fue hace aproximadamente 600 millones de años. Se caracterizaron como organismos multicelulares con estructuras básicas, pero sin tejidos verdaderos. Un ejemplo sería una medusa o una esponja marina.
Los organismos multicelulares se originaron hace aproximadamente mil millones de años, pero carecían de estructuras distintas que los diferenciaban como vida animal simple. Los animales complejos comenzaron a evolucionar hace aproximadamente 550 millones de años, seguidos por la primera vida que llegó a la tierra aproximadamente 50 millones de años después. La vida evolucionó a un ritmo constante en la Tierra, desarrollando una gran diversidad a medida que los nuevos entornos y nichos se poblaron de nuevas formas de vida. Las formas de vida gradualmente se hicieron más complejas a medida que avanzaba el tiempo.
Los organismos unicelulares son anteriores a todo lo anterior, habiéndose desarrollado por primera vez hace aproximadamente 3.500 millones de años, después de evolucionar a partir de moléculas simples autorreplicantes. Este proceso de vida simple se vuelve cada vez más complejo con el tiempo, a través de la adaptación a su entorno, ha producido una gran diversidad biológica y muchas criaturas complejas. Además, el mismo proceso ha permitido a la humanidad adaptarse y mejorarse a lo largo del tiempo, siendo capaz de manipular el entorno para que se adapte a sus necesidades en lugar de adaptarse a él. En teoría, la evolución persiste hoy en día, con muchos animales cambiando junto con sus entornos o desarrollando nuevas adaptaciones que no estaban documentadas previamente.