Los efectos secundarios de una inyección de cortisona incluyen tendones debilitados o rotos, sangrado local por vasos sanguíneos rotos y dolor, atrofia o despigmentación de la piel en el lugar de la inyección. Algunas personas pueden experimentar un brote posterior a la inyección, que es una agravación de la inflamación causada por una reacción a la medicación con corticosteroides, señala WebMD.
Los riesgos potenciales a largo plazo asociados con las inyecciones de cortisona incluyen aumento de peso, hinchazón de la cara, moretones fáciles y adelgazamiento de la piel. Algunas personas también pueden tener riesgo de aumento de la presión arterial, adelgazamiento de los huesos, daño a los huesos de las articulaciones grandes y formación de cataratas. Aunque los efectos secundarios son posibles, son raros, señala WebMD.
Los posibles riesgos de complicación de las inyecciones de cortisona incluyen la muerte o el adelgazamiento de un hueso en la misma proximidad de la inyección, daño a los nervios, articulaciones infectadas y cartílago deteriorado en una articulación, afirma la Clínica Mayo. Debido a que las inyecciones de cortisona pueden aumentar los niveles de azúcar en la sangre, es importante que las personas con diabetes se aseguren de que el médico esté al tanto de la diabetes antes de que se administre la inyección, afirma WebMD
Si un paciente tiene una condición subyacente, las inyecciones de cortisona pueden inhibir la capacidad del cuerpo para combatir infecciones. También pueden enmascarar o aumentar la gravedad de una infección. Las personas con afecciones existentes, especialmente aquellas relacionadas con la coagulación sanguínea, deben informar al médico sobre su afección antes de recibir la inyección, según WebMD.
Las inyecciones de cortisona se pueden administrar en sitios de tejidos blandos o articulares. Las inyecciones de cortisona son útiles para afecciones, como la osteoartritis, la tendinitis, la gota y el neuroma de Morton, según la Clínica Mayo.