La castración química reduce los niveles de testosterona de un individuo masculino a los de un niño prepúber y lo hace impotente, informa Decca Aitkenhead para The Guardian. Otros efectos secundarios incluyen crecimiento de los senos, sofocos, problemas cardíacos y osteoporosis. Estos efectos se logran mediante el uso de un medicamento anti-andrógeno como la leuprorelina.
A partir de 2015, la castración química también se ha utilizado en los últimos 50 años por los efectos beneficiosos que puede tener en las tendencias delictivas de los pedófilos y otros delincuentes condenados por delitos sexuales, según Aitkenhead. El uso de tal procedimiento, especialmente si se realiza como un castigo y no de manera voluntaria, plantea cuestiones científicas y éticas complicadas, y no está muy difundido. Los efectos de la castración química en la reducción de la conducta sexual delictiva en tales delincuentes aún no se conocen, y es necesario realizar estudios más completos.
El uso de la castración química voluntaria en Escandinavia ha reducido la reincidencia de los condenados por delitos sexuales contra niños de 40 por ciento a entre 5 por ciento y 0 por ciento, afirma Aitkenhead. Sin embargo, los investigadores admiten que los estudios de los ensayos son difíciles de realizar, en parte porque los efectos de los anti-andrógenos son tan obvios que es difícil usar adecuadamente un grupo de control con placebo. Otros medicamentos administrados a los delincuentes en tratamiento, como los antidepresivos, también pueden explicar parte de la reducción de la reincidencia.