En la primera etapa de la metaplasia intestinal, el revestimiento esofágico dañado del paciente comienza a crecer el tipo de células que recubren la pared intestinal en lugar de las células escamosas normales del esófago, explica Johns Hopkins Pathology. Con el tiempo, estas células reemplazan a las células normales, lo que resulta en una condición llamada esófago de Barrett. Los médicos caracterizan las siguientes dos etapas como displasia de bajo grado y displasia de alto grado, y consideran estas etapas precancerosas. Estas células tienen un riesgo muy alto de convertirse en carcinoma invasivo.
Los médicos creen que el proceso de metaplasia intestinal comienza en respuesta al reflujo gastroesofágico, afirma Johns Hopkins Pathology. La regurgitación del ácido estomacal en el esófago causa daños en su revestimiento, lo que puede llevar al crecimiento de un tipo incorrecto de células cuando el cuerpo intenta reparar el daño. Estas células son menos sensibles que las células esofágicas normales, por lo que cuando los pacientes llegan a esta etapa, a menudo sienten alivio de sus síntomas. Sin embargo, en esta etapa el riesgo de cáncer de esófago en el paciente aumenta de 30 a 125 veces en la población general.
Al mantener a los pacientes con esófago de Barrett bajo una estrecha vigilancia médica, los médicos pueden detectar la aparición de células cancerosas antes de que tengan la oportunidad de propagarse, dice Johns Hopkins Pathology. Las biopsias de esófago en las etapas precancerosas revelan anomalías genéticas que los médicos reconocen y pueden controlar.