Las adaptaciones de los búfalos incluyen un estómago especialmente segmentado para ayudar a digerir material vegetal resistente, una lengua alargada, una mayor sensación de audición y olfato, una joroba y una cabeza grande y baja y una capa gruesa. Búfalo también tiene adaptaciones de comportamiento específicas orientadas a conservar energía.
Los búfalos son rumiantes, lo que significa que utilizan las bacterias en sus estómagos para fermentar los alimentos que consumen para obtener la mayor cantidad de nutrientes posible. La lengua alargada actúa como un apéndice adicional y ayuda a los búfalos a juntar el césped de manera más eficiente. El elevado sentido del oído y el olfato del búfalo se adaptan para compensar la visión limitada del animal y ayudan a proteger al búfalo de los depredadores. La joroba y la cabeza baja son adaptaciones funcionales que facilitan el pastoreo de los búfalos en los pastos pequeños que componen su dieta.
El pelaje grueso es exclusivo de las especies de búfalos, como el bisonte americano, que habitan en ambientes fríos. La capa consiste en una capa externa gruesa y dura y una capa interna más suave que trabaja en conjunto para aislar al búfalo y mantenerlo caliente. La capa es tan efectiva que la nieve que ha caído en la parte posterior de un búfalo no se derrite debido al calor corporal que se escapa del animal. El búfalo del cabo de las praderas africanas ha desarrollado adaptaciones de comportamiento que evitan que el animal gaste energía durante los calurosos meses de verano. El cabo búfalo descansa durante el día y busca comida por la noche.