En 2004, los hallazgos de antropología forense llevaron a los fiscales de Nueva Jersey a volver a investigar la causa de la muerte de James Ridgeway, que no fue concluyente en 1979. En otro caso, las técnicas de reconstrucción ayudaron a identificar los fragmentos fragmentados de un San Diego mujer llamada Joy Risker, cuyo cuerpo fue enterrado en un desierto de Arizona.
El cuerpo de James Ridgeway fue exhumado en 2005, y la antropóloga forense Donna Fontana determinó que el estrangulamiento era la causa probable de muerte. La autopsia original pasó por alto el hueso hioides en el cuello, que contenía fracturas, astillas y un fragmento perdido. En su testimonio, Fontana explicó que las lesiones no podrían haber ocurrido durante la exhumación porque la coloración del hueso no mostraba signos de estar expuesta a elementos externos. Los examinadores no encontraron evidencia de curación alrededor del tejido dañado, lo que sugiere que Ridgeway murió poco después de la lesión. Como resultado, el condado de Cumberland presentó cargos de asesinato contra el medio hermano de Ridgeway, John Pompper.
Cuando se descubrieron restos muy descompuestos de Joy Risker en el condado de Maricopa, Arizona, el cráneo tuvo que ser reconstruido, con arcilla que llenaba los huecos. Un artista forense generó un boceto en bruto, que el detective Bob Powers creía que coincidía con la imagen de otra mujer desaparecida de California. El ADN de la familia de la mujer demostró que los restos no identificados no eran compatibles, pero la pista falsa les dio a los investigadores la idea de comparar los restos con la base de datos nacional de ADN. El ADN de Joy Risker se registró después de que se reportó como desaparecida, lo que resultó en una coincidencia positiva.