La cría selectiva permite al criador seleccionar rasgos que les parezcan deseables y acoplar su stock para que el rasgo se vuelva más común con cada generación. Un efecto secundario de la reproducción selectiva es que a menudo se pasan por alto los rasgos indeseables cuando se persigue solo una característica específica.
Los criadores han participado en la cría selectiva durante cientos de años. La práctica es común en la agricultura, la cría de animales e incluso en la cría de perros. Los perros han sido criados para rasgos específicos por generaciones. La razón por la que hay tantas razas distintas de perros es que han sido criados selectivamente para ciertas características. Por ejemplo, el pastor alemán fue criado para servir como un perro militar y de policía. El criador seleccionó perros en función de sus características físicas y personalidad. Las cosas que se consideraron deseables fueron la valentía, el tamaño, la velocidad y la resistencia. Esta raza de perro se usa ampliamente en el trabajo policial y militar incluso hoy en día.
La desventaja de la reproducción selectiva es que cada vez que solo se valoran las características específicas, existe la posibilidad de que las características no deseadas puedan encontrar su camino en la raza. El pastor alemán, aunque valiente y fuerte, tiene una predisposición genética a la displasia de cadera. Otros ejemplos de los impactos negativos de la cría selectiva en perros incluyen las tendencias de los caniches en miniatura para experimentar convulsiones o problemas respiratorios en los Bulldogs ingleses.