La función del tejido conjuntivo líquido es transportar nutrientes, oxígeno y otros gases, defender el cuerpo contra patógenos y mantener el proceso inflamatorio. Esto involucra el líquido linfático y los productos sanguíneos, los cuales juegan un papel importante papel en la homeostasis.
El papel principal de la sangre es transportar gases y nutrientes respiratorios a las células del cuerpo. A medida que se mueve desde las arterias a los capilares, se difunde a través de los espacios intersticiales que se encuentran entre los vasos sanguíneos y las paredes celulares. Para transportar los desechos, parte de este fluido se difunde en la dirección opuesta. Además de transportar gas, mueve los leucocitos a áreas de infección, lo que permite que las células fagocíticas destruyan organismos. Finalmente, la sangre también transporta células B y células T, que desempeñan un papel importante en la mediación de la inmunidad.
El líquido linfático actúa como un sistema de drenaje que permite que parte del líquido intersticial se drene. Cuando hay un daño en un área o una infección, el sistema linfático permite que se acumule más líquido, lo que promueve la inflamación. Aunque esto es incómodo, trae más leucocitos a la zona, lo que a su vez permite que las infecciones desaparezcan. Al mismo tiempo, la fiebre que acompaña a la inflamación evita que las bacterias en el lugar de la infección crezcan. La inflamación y el flujo de sangre al área lesionada aumentan hasta que el cuerpo regresa a la homeostasis.