La boca de un organismo le permite llevar recursos, como alimentos y agua, a su cuerpo. En algunos órganos, la boca también cumple funciones sensoriales, de manipulación y de comunicación. Por ejemplo, los humanos pueden detectar los gustos con la boca, mientras que los animales como los perros, las aves y los gatos usan la boca para manipular los objetos. Además, muchos mamíferos y aves usan la boca para comunicarse entre sí a través de los idiomas y las canciones. Algunos animales también usan la boca para parte del proceso de respiración.
Las bocas de los animales varían mucho de una especie a otra, lo que refleja su importante papel en la evolución de diferentes especies. La boca de un animal suele estar adaptada para adquirir y procesar su alimento. Por ejemplo, los carnívoros tienen bocas anchas equipadas con dientes afilados, mientras que las ballenas que se alimentan con filtros han desarrollado estructuras similares a peines para filtrar los alimentos del agua.
La mayoría de los animales tienen un tracto digestivo de una vía que presenta una ingesta (la boca) y una salida, llamada ano. Sin embargo, algunos organismos extremadamente simples participan en la digestión de dos vías, utilizando sus bocas tanto para el consumo de alimentos como para la eliminación de residuos.
La mayoría de los vertebrados vivos tienen mandíbulas que proporcionan la estructura para sus bocas. Las únicas excepciones vivas son las lampreas y el hagfish, y los científicos estudian estas criaturas para ayudar a comprender mejor la evolución de la boca de los vertebrados. Los científicos a menudo llaman a estos peces primitivos "fósiles vivientes" porque se separaron del resto de los vertebrados hace unos 500 millones de años, y han cambiado relativamente poco de sentido entonces.