Hay varias diferencias entre los ecosistemas naturales y artificiales, incluyendo la sostenibilidad, la diversidad y el propósito. Un ecosistema natural tiene una cantidad diversa de especies y plantas, mientras que los ecosistemas artificiales son limitados. Los ecosistemas naturales son autosuficientes y son el resultado de una reacción natural espontánea, mientras que los ecosistemas artificiales requieren la asistencia de los seres humanos.
Un ecosistema natural es el resultado de las interacciones entre los organismos y el medio ambiente. Por ejemplo, un océano se clasifica como un ecosistema marino, que consiste en algas, consumidores y descomponedores. Se produce un ciclo en este tipo de ecosistema que comienza con la energía de conversión de las algas a través de la fotosíntesis. Después de que los consumidores se alimentan de las algas, la energía se transfiere entre los organismos. Una vez que los consumidores mueren en este sistema, los descomponedores los convierten en materia orgánica. Este proceso ocurre naturalmente durante un período de tiempo, mientras que en un ecosistema artificial, se requiere la intervención humana.
Un ecosistema artificial no es autosuficiente, y el ecosistema perecería sin asistencia humana. Por ejemplo, una granja es un ecosistema artificial que consiste en plantas y especies fuera de su hábitat natural. Sin los humanos, este ecosistema no podría sostenerse. Las plantas y los animales necesitan la ayuda de los humanos para comer y sobrevivir. El propósito de los ecosistemas artificiales es recreativo, educativo o lucrativo. El propósito de los ecosistemas naturales es simplemente circunstancias naturales.
Otra diferencia importante entre un ecosistema natural y ecosistemas artificiales es la diversidad. Los ecosistemas naturales contienen más factores naturales y organismos. Las relaciones entre los organismos, entre sí y el medio ambiente en este ecosistema son más complejas que las de los ecosistemas artificiales.