La vesícula biliar es un órgano que almacena y transporta la bilis producida por el hígado. La función de la bilis es descomponer y digerir los alimentos grasos en el intestino delgado. Los seres humanos pueden vivir sin una vesícula biliar ya que la bilis puede tomar otras vías para llegar al intestino delgado. Parte del sistema biliar, la vesícula biliar se encuentra en el lado derecho del abdomen, justo debajo del hígado. Sin embargo, no es necesario para la supervivencia y se puede extirpar quirúrgicamente mediante un procedimiento llamado colecistectomía si es médicamente necesario.
El hígado produce bilis, una enzima digestiva de color marrón amarillento. La bilis ayuda en la descomposición y digestión de los alimentos grasos en el intestino delgado. La vesícula biliar almacena la bilis cuando no se usa para la digestión. La vesícula biliar también ayuda al hígado a drenar los productos de desecho al duodeno, que es la primera parte del intestino delgado.
Los cálculos biliares son un problema común que afecta a la vesícula biliar. Aparecen cuando la bilis se solidifica debido a la saturación de colesterol o bilirrubina. Pueden ser tan pequeños como un grano de arena o tan grandes como una pelota de golf, pero solo una pequeña minoría de cálculos biliares presentan problemas de salud significativos. Las piedras más grandes pueden obstruir el flujo de la bilis al intestino delgado, lo que ocasiona otras enfermedades de la vesícula biliar. La mayoría de las piedras pasan naturalmente, pero algunas requieren cirugía para ser removidas.
Una dieta bien balanceada que consiste en frutas y verduras frescas y ricas en fibra, carnes magras y granos enteros contribuye a mantener una vesícula biliar saludable. Los estudios han demostrado que las cantidades moderadas de alcohol y cafeína del café en realidad reducen la posibilidad de cálculos biliares. La hidratación es esencial para preservar la cantidad necesaria de agua en la bilis. Los alimentos que ponen a las personas en riesgo de cálculos biliares incluyen frutas y verduras congeladas o enlatadas, bocadillos empacados como papas fritas y galletas, alimentos fritos y productos lácteos de leche entera.