Las hojas típicamente tienen una gran área de superficie que contiene cloroplastos para absorber la luz solar para el proceso de fotosíntesis. Los cloroplastos contienen una sustancia llamada clorofila. La clorofila es la sustancia que hace que las hojas se vean verdes y les permite absorber la luz solar fácilmente.
La estructura de las hojas les permite ayudar en el proceso de la fotosíntesis porque son delgadas. Esta corta distancia entre la parte delantera y trasera de una hoja permite que el dióxido de carbono se disperse a través de ella fácilmente. Los estomas son la parte de la hoja que permite que el dióxido de carbono se difunda a lo largo de ella. También contienen células protectoras que abren y cierran los estomas en diversas condiciones.
Las hojas contienen otros pigmentos además de la clorofila que les permiten absorber la luz del espectro completo del sol. Las venas en las hojas, también llamadas haces vasculares, proporcionan apoyo y transportan agua y carbohidratos a la planta. El exterior de las hojas está cubierto por una delgada epidermis que ayuda a que más luz alcance las células en empalizada. Las células empalizadas se encuentran en la capa superior de las hojas y albergan los cloroplastos. Su función es permitir que la mayor cantidad de luz solar se absorba en las hojas.
Una capa esponjosa que está llena de bolsas de aire descansa debajo de las celdas de la empalizada. La capa esponjosa ayuda a que el dióxido de carbono se difunda de los estomas de las hojas y se mueva hacia las células responsables de la fotosíntesis.