La lluvia ácida se puede reducir mediante el uso de fuentes alternativas de energía, disminuyendo el consumo de energía y utilizando formas alternativas de transporte. La lluvia ácida es el resultado de la deposición de óxidos de nitrógeno y dióxido de azufre en la atmósfera, que ocurre cuando se queman combustibles fósiles.
El transporte contribuye más a la contaminación por lluvia ácida porque los automóviles dependen de los combustibles fósiles. Por lo tanto, optar por utilizar el transporte público, andar en bicicleta y caminar, cuando sea posible, reduce las emisiones de combustibles fósiles y la lluvia ácida. Las fuentes de energía alternativas disponibles para la industria del transporte incluyen pilas de combustible, baterías y gas natural. Las tecnologías de energía renovable, como los sistemas de energía solar, de agua y eólica, también reducen la lluvia ácida. Los beneficios y costos ambientales deben considerarse en la elección de fuentes de energía alternativas. Los sistemas de energía geotérmica, solar y eólica no se han hecho económicamente factibles en los Estados Unidos, pero la energía hidroeléctrica y la energía nuclear se están aprovechando suficientemente, según la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos.
Las iniciativas personales, como apagar la televisión, las computadoras y la iluminación, cuando no están en uso, también contribuyen a la reducción de la lluvia ácida. La lluvia ácida debería reducirse porque cambia la química de los cuerpos de agua y el suelo, lo que plantea riesgos para la supervivencia de los animales y las plantas, señala la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos. La adición de cal a los lagos ácidos puede usarse para restaurar el daño de la lluvia ácida al medio ambiente, pero es un remedio costoso y de corto plazo.