Los cocodrilos usan mecanismos de defensa como camuflaje y llamadas de socorro que alertan a los cocodrilos cercanos del peligro, los cuales ayudan a protegerse contra los depredadores. Su exterior duro y escamoso también proporciona una barrera protectora contra los ataques, así como su propia capacidad para atacar y ahogar una amenaza o presa.
La habilidad de un cocodrilo de mezclarse con su entorno no solo dificulta la localización de los depredadores, sino que también posiciona al cocodrilo para los ataques de emboscada. Cuando es atacado por un animal grande, es probable que un cocodrilo se enganche en su cuello y lo arrastre hacia el agua para ahogarlo. El cocodrilo también puede voltear al animal hacia atrás para desmembrarlo, como lo indica el Museo de Paleontología de la Universidad de California.