A lo largo de finales del siglo XIX y principios del XX, el imperialismo se justificó a través de la teoría del darwinismo social. Esta teoría buscó aplicar la teoría del darwinismo biológico, como lo propuso Charles Darwin en "El origen de las especies", a las sociedades humanas. Los imperialistas justificaron invadir un territorio extranjero citando las mejoras que su cultura e innovación tuvieron en el territorio ocupado.
Si bien la teoría del darwinismo social es similar en naturaleza a la teoría de la evolución de plantas y animales de Darwin, fue propuesta por Herbert Spencer. A Spencer se le atribuye haber acuñado la frase "supervivencia del más apto" para predecir el resultado del imperialismo o la competencia entre grupos sociales. El primer grupo, el poder imperial, mantuvo más poder y recursos que la nación colonizada. Así, se borraron las características culturales y sociales que distinguen una cultura de otra, lo que resulta en la asimilación cultural.
El darwinismo social es criticado por su explotación y subyugación de las poblaciones vulnerables. También se cree que incitó al racismo y la xenofobia en las naciones imperiales, así como a influir en el declive del estado de bienestar a finales del siglo XX. En el pensamiento marxista, el darwinismo social se describe como el resultado del capitalismo tardío y la evidencia de la decadencia de la civilización.